Extraños sucesos

Ayer fui jefe de equipo de cirugía. Mediante electroshocks y 200cc de adrenalina logré salvar a una paciente que tenía M.O.D. (monosyllabic overdose). Lo extraño de todo esto es que ella ni se dio cuenta, salió lo más campante de mi quirófano on-screen y se fue a leer a Freud que es lo que más le gusta.
Hoy decidí alejarme de las tentaciones terrenales, no porque supiera que debía meditar, pero evidentemente lo estaba intuyendo y me recluí en mi bosque sonoro. En un casi perfecto estéreo escuché los latidos de la madera. Cuando salí, había envejecido aproximadamente 39 años. No miento.
Lo tomé como algo perfectamente natural y decidí por fin encaminarme chez moi, no con el objeto de seguir meditando, porque aún no había caído en la cuenta de que debía hacerlo.
En el transcurso del viaje me sorprendió el suceso que desencadenó la memoria inmediata.
Soñé despierto con la parca. La vi de cerca y me mostró como podría ser mi final, vi la crisis, vi las pompas fúnebres y la escuché claramente decirme en un susurro: "cuatro-cuarenta". No intenté comprenderla, pero me dejó un poco preocupado. Coincidimos en que todavía tengo muchas cosas que hacer, y nos despedimos en el ascensor.
Hay veces en que las cosas van pasando y estoy distraído, pero la caída de una hoja se transforma en la última ficha de dominó en caer, y con una aceleración que ni un tgv es capaz de lograr, veo uno por uno los eslabones de la cadena sucederse ante mi retina.
Me gustaría poder conservar algo de la sabiduría que gané a los setenta años, pero temo que eso se haya ido con el resto.