Las dificultades de querer ser
Quise saber si realmente era verde y para comprobarlo decidí transformarme en rojo.
En el camino de la metamorfosis me olvidé el destino final y también me di cuenta que podía elegir cualquier color de la paleta, así que fui probando. Un día me levanté azul, al siguiente fui marrón, y así fui cambiando.
El problema se presentó cuando redoblé la apuesta y como era fácil ser, decidí dejar los colores para convertirme en sonido. Fui silbido, redoble, estallido y susurro. Pero por supuesto, nada de esto me dejó satisfecho.
Cambié a las formas y fui rueda, giré sin mayores preocupaciones que el encuentro de un clavo en mi camino, y cuando estuve a mitad de viaje hacia algún lugar me convertí en semáforo; guiñé mis ojos a quien quisiera verme y observé el movimiento del mundo desde lo alto de una calle.
Otro día había tenido ganas de navegar el inframundo de la ciudad y fui roedor. La comida no era de lo mejor ahí, y volví hecho avión de papel de diario.
A esa altura me había olvidado completamente de querer ser, y en un instante de lucidez, me vi desaparecer y dejar de ser corpóreo. Me había vuelto invisible a mis propios ojos.
La idea me sedujo y deambulé por donde me llevaran mis pasos hasta que necesité tu calor y volví a ser tal como fui. Me di cuenta que es eso lo que quería ser: yo.
En el camino de la metamorfosis me olvidé el destino final y también me di cuenta que podía elegir cualquier color de la paleta, así que fui probando. Un día me levanté azul, al siguiente fui marrón, y así fui cambiando.
El problema se presentó cuando redoblé la apuesta y como era fácil ser, decidí dejar los colores para convertirme en sonido. Fui silbido, redoble, estallido y susurro. Pero por supuesto, nada de esto me dejó satisfecho.
Cambié a las formas y fui rueda, giré sin mayores preocupaciones que el encuentro de un clavo en mi camino, y cuando estuve a mitad de viaje hacia algún lugar me convertí en semáforo; guiñé mis ojos a quien quisiera verme y observé el movimiento del mundo desde lo alto de una calle.
Otro día había tenido ganas de navegar el inframundo de la ciudad y fui roedor. La comida no era de lo mejor ahí, y volví hecho avión de papel de diario.
A esa altura me había olvidado completamente de querer ser, y en un instante de lucidez, me vi desaparecer y dejar de ser corpóreo. Me había vuelto invisible a mis propios ojos.
La idea me sedujo y deambulé por donde me llevaran mis pasos hasta que necesité tu calor y volví a ser tal como fui. Me di cuenta que es eso lo que quería ser: yo.
2 Comments:
Ahhhhhhhh...que lindo, me encantó...bravo!!!
Besos
Gracias Marie. :D
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