domingo, septiembre 17, 2006

Lo inevitable de mi olfato

Una vez más llegué tarde. Parece que no soy capaz de escuchar las señales sonoras y para cuando estuve ahí, ya no pude ver los cueros de los tambores, ni el hormigueo de la gente.
Nada quedaba, sólo la sensación en el aire de que algo interesante había pasado.
Cerré los ojos, tapé los oídos y el olor en el aire me llevó de viaje quince años atrás. No fue sólo una sensación, de verdad estuve ahí. Lo sé por la intensidad de los colores y por el largo de tu pelo.
Las cosas que puede hacer el olfato en mi cabeza no dejan de sorprenderme.
Lamentablemente sé que el paseo temporal sólo dura una fracción de segundo así que no tuve más opción que pisar los precisos espacios donde dejar huellas delebles.

El camino de regreso es siempre menos emocionante que el de ida, pero aunque conocido, no tengo por qué recorrerlo del mismo modo cada vez.
Vi a dos focas conversando con una tortuga y las saludé al pasar. Me subí al molino que volaba y atravesé dos nubes de tormenta.
Seguí la reja hasta que terminó y la sensación de libertad se presentó sin llamar.
Aunque otra vez estaba en la ciudad, me resigné y no me pareció tan terrible,
bajé por la escalera caracol y ya era verano. Qué bien.

3 Comments:

Blogger marie.y.su.mambo dijo...

Definitivamente...estas respirando cosas raras...jajajaja

11:39 a. m.  
Blogger sopmac dijo...

A veces el zoo me trae recuerdos de mi adolescencia, me transporta a momentos ideales. Me pasa lo mismo, aunque ahora de grande el tabaco me saco esa sensación de registros emotivos.

11:41 a. m.  
Blogger Pachuco King dijo...

No voy al zoo hace tiempo, me da como lástima. :$

11:48 a. m.  

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