sábado, septiembre 30, 2006

Estrechez de miras

Miré por el agujero de la cerradura y lo vi, pintado de dorado el camino giraba y se adentraba en el bosque de columnas. Con desespero corrí a buscar la llave y pasé interminables minutos hasta dar con ella. Después de tres o cinco vueltas logré abrir la puerta y corrí por el camino que me había estado esquivando durante días.
Al parecer el sendero no está siempre en el mismo lugar, porque cada vez que miraba sólo veía un muro ciego del otro lado, pero hoy no, hoy estaba transitable y lleno de prometedoras aventuras al paso.
Me había olvidado cómo enfocar la lente de mi cerradura y en vez de buscar el serpenteo que lleva hacia el arco iris apuntaba hacia el colorido efecto, y por supuesto no encontraba más que nadas con forma de gris perlado y todos con olor rancio.
Qué feliz soy con tan poco, gritaba mientras se lo tragaba la selva de concreto. Llevaba en el bolsillo un tarrito con azafrán, un dibujo de las letras y una charla filosófica con quien menos se lo esperaba.

1 Comments:

Blogger marie.y.su.mambo dijo...

Nunca el sendero esta en el mismo lugar, nunca hay solo UN sendero, y nunca son rectos, y además...jamás sabemos si es el correcto...
Ah, lo del sendero amarillo me hizo acordar al mago de oz...bye
besos

10:21 a. m.  

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