Febrero

Verborragia

Y cuanto menos lo pienso, la verborragia me inunda, los planes de conquista planetaria toman otra vez fuerza y es sencillo inventar.
Dibujo en el aire, elijo entre millares de opciones y por supuesto, hablo con desconocidos a quienes puedo contarles de todas las vidas que no viví, de los viajes que no hice y de cómo es mejor la noche que el día.
A ellos no les importa si es verdad o mentira, juegan al mismo juego que yo, y me cuentan sus anhelos, y el nombre de sus más queridos parientes. Todo sin dejar de bailar.
Todos nos transportamos hacia el mundo en donde podemos comer de las macetas sin temor a indigestarnos (no todos), viajamos en fila india, y nos mezclamos otra vez al llegar al verdor espontánteo y oculto.
Miríadas de hormigas recorren el mismo trayecto, entre la selva y la maleza. Algunas eligen la superficialidad otras lo profundo de los laberintos.

Secretos pasadizos

Llegué al fondo del cajón y sólo había una cuchara. Sin decidirlo empecé a cavar un túnel y a medio camino me di cuenta que mi brújula estaba imantada. Así que como no encontraba la superficie decidí construir un mundo subterráneo y llenarlo de imágenes de mi elección.
Cuando los caminos del laberinto empezaron a cruzarse decidí que era tiempo de dejarlo, y salí. Salí del todo, me fui desintegrando y volé hacia un más allá imaginado, en donde la luz cegaba; en donde no habían más pasadizos.
Está en mí llegar o no, salir a la superficie o quedarme buscando esos secretos pasadizos que misterios guardan. Y por más que me esfuerce en desmentírmelo cada vez que me lo planteo, cuanto más largo el laberinto, más difícil es encontrar la salida. *There is no spoon*

Todo un palo

A cada latido un golpe, a cada paso un colapso visceral.
Las ideas se amontonan y divago entre imágenes vivas, me es imposible encontrar el cuadro adecuado, la dosis perfecta, el diagnóstico preciso.
Cada una es tan pesada, tan grotesca que no me decido por ninguna, cuesta tanto individualizarlas.
Será por lo novedoso de la mixtura, o tal vez por lo antiguo de la mezcla, pero de cualquier modo el limbo pacifica. Aunque sea por un rato.
Las fechas me empujan, me presionan y no me dejan en paz, como si estuvieran empeñadas en repetirse una y otra vez a lo largo del año. Están ahí, esperando agazapadas, contenidas, listas para lanzarse a la yugular del primer incauto que las descubra. Y se me ocurre pensar en que el futuro llegó hace rato, todo un palo, ya lo ves; entonces todo puede volver a ser sencillo como en otro tiempo y en otro lugar.
Sólo saber que quien es permeable se traslada y le es concedido el pasaje hacia los más inesperados parajes. Uno de ochenta por favor.

El fin del milenio

Un taladro lunar, una pizca de sal, o un alucinógeno potente.
Me paro en una esquina en vano, porque la lluvia al final no llega.
Prefiero ver a una murga en plena avenida medrano antes que pensar en la salida del sol.
Miles de imágenes sueltas, viajes de otra gente.
Cuerdas, cuerdas y más cuerdas y lunático que aprende a jugar.
El fin del milenio llegó hace mucho. ¿Llegó?

Lunático

Mirrorballed

Un sonido siniestro y la geometría musical me transporta entre violines que flirtean con las sinusoides del mis ganas.
Subiendo cuestas imposiblemente seductoras, uno, dos, uno, dos.
El éxtasis se parece a la calma y la calma es un elixir mágico capaz de cuidar de mí.
Bajando pendientes espiraladas, tres, cuatro, tres cuatro.
La angustia espera en el fondo agazapada, sólo un rato, y vuelta a tomar impulso.
Los rebotes de los graves recuerdan a un palpitar, por ese.
Sí, por ese, el que tiene tu mirar.